lunes, 30 de abril de 2012

Pobre Demi Lovato, si es que ya se sabe que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Y por mucho que quieras a tus fans, cuando lo que estás es en un concierto, rodeada de una masa ingente de personas que te adoran y que quieren tocarte, quizá no sea lo más inteligente pedirles que se acerquen un poco más…

 Como podéis ver, la gente se entusiasmó un poco demasiado con la idea, hasta el punto de lanzarse a los brazos de Demi como si fuera el hijo que vuelve a casa por Navidad con el turrón debajo del brazo. Pero menos mal que estaban los gorilones que la acompañan siempre para quitar a las que se toman demasiadas confianzas y sacarla del berenjenal en el que se metió por tener buen corazón. Eso sí, en cuanto se solucionó el asunto, volvió al escenario como una campeona y terminó el concierto. Veréis como no se le vuelve a ocurrir…